martes, 8 de junio de 2010

Proyectos compartidos





Luisa y Mario llevaban más de cinco años de casados. Rentaban un departamento muy lindo al sur de la ciudad. Una de sus actividades favoritas los fines de semana era ir a correr o andar en bici en el Ajusco. Tenían, como muchas otras parejas, muchos sueños y proyectos que esperaban ver concretados acompañándose uno a otro. Cierto día, durante una comida familiar, una de las tías entrometidas de Mario les preguntó si seguían pagando renta, a lo que siguió la pregunta recriminatoria, "¿y cuándo piensan comprar una?". Este tipo de interrogatorios ponían realmente de malas a Luisa. Lo que seguía, de manera inevitable, era una pelea con su esposo al llegar al departamento.

Se trataba de un tema que les parecía incómodo porque en el fondo tenía que ver con algo que de verdad anhelaban. Pero era algo que definitivamente querían hacer a su propio ritmo, sin presiones. Luisa se dio a la tarea de investigar un poco sobre las posibilidades de juntar un crédito con su esposo. Se había enterado por unos amigos que no era suficiente ser una pareja que viviera en la misma casa, era indispensable que se tratara de un matrimonio legalmente establecido. ¡Ellos cumplían con ese requisito básico!

Luisa recordó las anécdotas sobre tantos intentos fallidos de sus primas, tías, abuelos y sobrinos. Todos buscaban juntar sus créditos entre ellos para poder conseguir una casa de mayor valor, o simplemente apoyarse en los pagos. Pero por muchos lazos que tuvieran, simplemente no cumplían con el requisito básico: un acta matrimonial que les facilitara la unión de los créditos.

Lo que siguió para Luisa fue ponerse al tanto de los beneficios de juntar su crédito con Mario. En el caso del crédito Infonavit Fovissste, podían comprar una casa de hasta 3 millones de pesos. Otra alternativa sería obtenerla por medio de un banco, que toma en cuenta el salario de ambos para calcular el monto del préstamo. También se enteraron de las Sofoles, estas instituciones que consideran el crédito conyugal para personas que trabajan de forma independiente y no tienen seguro u otras prestaciones. Mario investigó también que las tasas de interés van de 7.5 a 15.5%, con plazos de 5 a 25 años.

Cuando vieron que se trataba de una opción que se ajustaba perfectamente a sus necesidades se preguntaban ¡por qué demonios no habían hecho esto antes! ¡La tía entrometida tenía razón!
Por supuesto, esto nunca se lo dijeron. No querían tenerla encima a la menor provocación. Para agradecerle en secreto, la invitarían a todas las reuniones familiares que hicieran en su casa. La de ellos, ya no la del casero.

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