martes, 1 de diciembre de 2009

Nueva adicción: Millennium





Las novelas de esta trilogía se unen a mi lista de adicciones a un ritmo impresionante. Lucy me prestó los tres volúmenes hace apenas una semana y ya me eché el primero, Los hombres que no aman a las mujeres. Ahora voy a la mitad de la segunda, La chica que soñaba con un cerillo y un galón de gasolina. No se trata para nada de novelitas cortas, cada una es de casi 700 páginas. Así que, haciendo cuentas, en un abrir y cerrar de ojos me eché unas mil páginas de esta novela negra realmente fascinante.

Los protagonistas son Mikael Blomkvist, un periodista a quien se le encomienda investigar sobre la misteriosa desaparición de una chica. El asunto es que, al investigar sobre el caso, Mikael saca a la luz historias obscuras de empresarios y políticos que harán todo lo posible por desacreditarlo.

Entonces aparece en escena nuestra heroína, Lisbeth Salander, una hacker que le pasará información para ayudarlo con su investigación. Ella es lo máximo: superlista, rebelde, un gran personaje.

Y bueno, ése es sólo el punto de partida. Por querer poner en evidencia a los corruptos de su país (todo esto pasa en Suecia), a este par se le viene encima un complot demencial.
No les cuento más para no arruinárselas. Consíganla y verán que no exagero.

El autor es Stieg Larsson, un periodista sueco que murió de un infarto -tenía apenas 50 años- antes de ver publicada su trilogía, que se ha convertido en un best seller mundial, ha sido traducida a quién sabe cuántos idiomas y de la que ya se han hecho películas.
De la historia del autor podría hacerse otra novela, pues murió intestado y su familia pelea las regalías. Qué ironía tan lamentable, la verdad.






Por cierto, me enteré que la editorial está en busca de alguien que se atreva a terminar el cuarto tomo, del cual Larsson alcanzó a escribir 200 páginas. ¿Habrá un valiente que quiera echarle mano a la que es considerada la mejor novela negra de la década?






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