miércoles, 7 de julio de 2010

Lindsay Lohan se perderá la final del Mundial



Qué pena, qué tristeza, qué bochorno. La pobre Lindsay fue condenada a 90 días de cárcel por no cumplir con los términos de su libertad provisional. Pero, a ver, para los que no sean tan chismosos como yo y no sepan por qué la actriz tiene conflictos con la autoridad, les platico: en 2007 la detuvieron por manejar borrachíiiisima, pero le dieron chance de irse a su casa siempre y cuando hiciera una serie de actividades con las que demostrara que sabía comportarse.




Una de estas tareas -engorrosas hasta para un abstemio- era la de asistir a siete clases de educación sobre alcohol. ¿Qué le enseñarán a uno en una clase de alcohol? De algún modo entiendo a la pobre Lindsay. Imagínense que de repente, camino a su clase, le suena el teléfono porque le habla alguna de sus amigas, Katy Perry o Rihanna, qué se yo, para invitarla a la fiesta del siglo. Nimodo que les diga que no puede porque está en camino a su clase de alcohol para avanzados. ¡Qué oso! ¿Cómo se dirá 'qué oso' en inglés?

En realidad estoy bromeando. Creo que es lamentable ver a chicas como ella, tan jovencitas, envueltas en problemas severos de adicción. Cualquiera pensaría que al tener fama y fortuna es de lo más fácil ir con algún especialista que las cure de todo mal. Pero no. En realidad sabemos que en el mundo de las celebridades pasa exactamente lo contrario. Eso de vivir bajo la lupa del mundo entero en espera de que te tropieces o hagas algo mal debe ser muy estresante.
De sólo imaginarlo ya se me antojó un mezcal. ¡Salud Lindsay!









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